En mi tiempo miraba a los vencejos hacérselo con las grajas drogadas de aire en revoloteos contra natura. El árbol aquel me observó durante mucho tiempo, ¿milenios?, fijos mis ojos en el mar no tan lejano y peligroso por ser el foso del cocodrilo mágico que jamás permitiría el asedio del mundo.
Me fumé un porro al lado de un tanque un día y vi la mano de dios romper el cielo para matarme; pero Satán, el hijo maltratado, mordió el brazo de su padre para permitir mi venganza desde la mente... luego... limpio de todo... increíble como pocos en 'air guitar', emulando a los grandes que de pequeñín soñaba al lado de un tocadiscos alienígena.
Luego me elevé y descubrí en mí al Niño Índigo y todo se hizo transparente: consumí lo que quedaba del SÍ para cambiar la piel.
El concepto del 'TODO MINÚSCULO' fue importante para ubicarme, por fin, en el mundo onírico de las gaviotas de mis paseos: porque allá arriba solo importa el claroscuro, el medio y el gris.
Me sobrevoló antes de caer a plomo sobre el pez...
Me sobrevoló antes de caer a plomo sobre el pez...
No hay comentarios:
Publicar un comentario