martes, 16 de agosto de 2016

John Doe y Angélica I Entrada 101

Angélica era la señora grandilocuente del sitio, toda llena de rosas y colibríes retozando sin conocimiento. Algunos la llamaban La Descastada del Maligno; ...pero yo sabía que tenía que salvarla, por lo menos en algún momento, cuándo los demonios no miraran o la luna decidiera que sus fases habían muerto. Y así me deslicé a través de las cañerías industriales que venían de la calle Bovary. Las ratas me hablaban, contando secretos del inframundo, del amo y sus excrementos. Yo les respondía con un beso o dos y seguía, sintiendo bocanadas de hedor que firmaban en el paladar un cuento sin retorno. Finalmente alcancé la escupidera del tubo para escuchar el canto del metal sobre sus tiernos muslos. Por qué de esa agonía, yo, tenía que ser testigo?!. Me lancé contra ellos justo después del rebote: desgajando la carne, desmembrando y partiendo, amortajando las entrañas... 

Ahora estoy sentado, mirándola, tan bella y maltrecha, hasta que la podredumbre abismal se la lleve.

Viaja, mi pequeña reina, hasta los confines del agujero supermasivo.

4 comentarios:

  1. Tenía tanto tiempo sin leerlos, y los que me faltan, eres un genio. ;)

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  2. Me gustaría tanto poder contactarte... ¿SIGUES VIVO?

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    1. Tarde pero seguro, por aquí me tienes vivo aún. A ver si recupero el blog y sigo escribiendo varias entradas a la semana. Entre pandemias, problemas vitales y otras cosas, a veces la invisibilidad toma el mando. Gracias por preocuparte Srta. Mileto. Saludos y un gran abrazo.

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