El tiempo condena al ciervo, lunático por el smog que traen los hombres desde lugares desconocidos. Yo camino frágil, inmerso en un zarandeo químico a través de una selva imaginada entre bosques más humildes y cercanos. El indio del curare me apunta desde las sombras, a través de su alma me apunta mientras desconozco la verdadera necesidad porque el frío condena al ciervo, lunático por lugares desconocidos donde hombres fabrican el smog; lunático por hombres que respiran el smog en lugares desconocidos que han inventado.
El límite me obliga de todas formas. La línea recomienda mirar de soslayo a la tentación del Kaliyuga, al horror de los horrores que es invisible a la costumbre de los hombres que miran el smog sin ver nada más que sus propios reflejos.
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