sábado, 14 de diciembre de 2013

John Doe en telaraña l Entrada 61

Mi mascota es un arquitecto que cuelga en el vacío; está justo en el balcón que mira hacia el risco donde ella teje contra el viento, la lluvia y el accidente humano.

Llevo mirándola meses y no va a marcharse: cogida con pinzas en su entramado perfecto: entre los edificios a veces; otras desde el techo amigo; inclinada a ratos sobre dimensiones que desconozco parece reina todopoderosa de la creación.

"Mi mascota" la llamo, pero no es, porque más su sirviente soy yo arrodillado cada día ante su guerra contra los elementos: sin más responsabilidad que flotar paciente a que otro bichito se enrede en su arte asesino, espera... arregla... espera.

Ponerle nombre sería un sacrilegio, un 'sin sentido' más que voy a evitar hasta que me de la espalda o muera colgada en el abismo que domina.

Entretanto seguiré arrástrandome por su hilo, intentando darle el cambiazo para yacer yo y no la mosca en el honor de una muerte que incluye el balanceo, la perfección y el fin.

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