martes, 12 de noviembre de 2013

John Doe sueña con Dios Cuervo l Entrada 42

Hastío en el sitio sin nombre de calles que no puedo ni imaginar. Guitarras suenan lejos, entre telares y antiguedades que jamás veré. El primer paso fuera del lecho me lleva de nuevo a la gran corriente infecta que no dejará de moverse hasta que el fuego alargue el brazo. Un cuervo cae en picado desde un cielo de alquitrán para perforar mi mano llena de símbolos... y sé que es más que un sueño. No duele: no más que la gravedad, el vaho humano o el látigo de los Masturbadores del Mito. Las manos del páramo se mueven rápidas, adoptando la forma de lápidas hechas de augurios risibles y lamentos rancios que no interesan a nadie. Y qué más da, pregunto, sintiendo como la espera toma las riendas del carro de la vida y marca el ritmo de los resabiados corceles.

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