La comitiva se dirige a la válvula que abrirá para siempre la caja de música. Sangre en el viento me hace entender que nada es real, chirriando las garras en el muro mientras, cantando el coro lejos del costillar dolorido. Hay sombras, sombras alargadas en la cicatriz de cada borracho noctívago lleno de alas que nadie ve. Ciego como materia oscura persigo estrellas en el bidón de mi infancia, donde peces rojos se deslizarán por siempre en la pesadilla líquida. Olores a dulce suben entre callejas derrotadas por el tiempo y no sé, entonces, la lotería catastrófica que a mi cuerpo tocará, inamovible, lejana como un pársec dentro de una vida. Siempre hablo del experimento porque es mejor que mentar la realidad que no es. No te asustes pero, no estás aquí ahora, no ahora, no nunca, no jamás, no y no al infinito. Os pudrís y se pudre todo lo que habéis hecho + lo que haréis: ¡qué mierda saberlo, no? Hasta mañana que fue pasado y ya no existe en el futuro. HA HA!.
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