Salí de nuevo a matar hipsters. Todos estaban sentados hablando de pura filosofía ajena cerca de La Plaza del Cuervo. No entendí la coincidencia y sin pensarlo me lanzé sobre ellos como un caníbal recién graduado. Estaban asustados los cabrones, pero se quedaron allí, parados, sintiendo que algún profeta de la hornada de Kerouac los salvaría. Congelados con un palmo de narices, sí. Me alegré. Los adoquines de la calle colindante se pintaron de infectada sangre con sabor a gafapastismo rancio. Por si sus cerebros todavía funcionaban en la transición, dejé en el sitio un par de altavoces obesos que vomitaron rock clásico por siempre. -Jodeos -escupí mientras me alejaba del parasitario sitio, tan elegido por algo que no lo podía soportar.
Life is experimental ergo Blogs are experimental. Sueño cuántico y muchos bits :) <--- ¿qué hace ese smiley ahí? :(
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