Me he despertado hace un rato y no supe dónde estaba por un momento; pero luego, lentamente, fui reiniciando la computadora orgánica y me puse a ello. 'Ello' es música a través de lo que sea para limpiar los restos de los sueños, ganados a fuerza de insistir en pasar al otro lado con la cobardía propia de cualquier humano que se precie y desprecie al mismo tiempo, lejos de la falsa pose, a millas de creerse especial por cualquier cosa en concreto que considere y que, de hecho, no es. Rivers of Nihil comenzó a sonar atronador con el planeta de fondo, rabiando; más colocado que la voz que gritaba desde el vórtice en el que los altavoces se habían convertido, me estiré. Soñé con músicos de verdad pululando por aquí pero al momento lamenté, porque no hay y a este paso no habrá. Doe, o sea yo, me crié con guitarristas que escalaban montes nórdicos para tocar, con el pelo al viento y rasgando el Metal Antiguo diseñado por los dioses; pero no hay del tipo en aledaños, entre tanto ego y pocas ganas de atreverse solo, a tientas, por la senda oscura en la que descansa la épica, la originalidad y el mantra. "Demasiado subtrópico" -dicen algunos; pero son conjeturas que da miedo admitir. Dormiré mejor después de levantarme otra vez, para descubrir que cero es el número del sitio que habito en cuestión de creación y otras cosas básicas de las que carece la mediocridad con patas, glotona de ínfulas porque sí. Hasta luego con un redoble.
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