Patidifuso me quedé cuando bajaba el santo Halloween a visitarme de nuevo. Sentí que quedaba lejos el misterio porque no habían suficientes disfraces en la calle; suficientes para saciar mi sed por el terror regalado puerta por puerta, pidiendo dulces los niños y confiando en la danza nocturna que los ayudará a morir dentro de un montón de años. Confié, con la venda en los ojos, abriendo las puertas para que el aire frío se convirtiera de verdad en témpanos del norte: afilados y transparentes como la muerte.
-Calabazas bajo mis pies -dije, mientras alentaba a las brujas de antaño a existir y a mí mismo a vislumbrar sombras en la esquina de mi cuarto-.
El hombre del saco acompañado de torpes monstruos del daimónico popular se aleja pesadamente. John Doe tiene que celebrar que es John Doe, que soy yo en realidad y que, traspasado el límite del conocimiento, todo ésto servirá para morir mejor con los ojos abiertos mientras pido más luz.
No te vayas, Halloween :(
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