El atacante invisible llamado cansancio se desliza por caminos sinuosos esperando a que El Hombre de Arena se presente para terminar de dar el último golpe a las pestañas cansadas de tanta vida. Sandman busca el sendero con su yelmo, su bolsa de arena y su rubí. Lo oigo silbar entre la niebla onírica del mundo paralelo que habita, invitándome desde la distancia a presenciar lugares extraños y fragmentados que desaparecerán con la primera luz de mi sempiterno enemigo, el Sol. Las musas se agolpan en la antesala de la modorra, empujando más y más para salvarme de los caníbales del mundo real. Defeco sobre el mundo antes de abrirles la puerta y entregarme a la orgía inconsciente que sus cuerpos intangibles me regalan. Quedaos digiriendo la estafa color oro de este sitio ...yo me voy a dormir.
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